Pages

22 de mayo de 2015

Recomponiendo corazones

La última charla a la que he ido iba sobre cómo recomponer nuestro corazón después de una ruptura, separación o simplemente cuando estamos en una relación que va mal. No ha sido la mejor charla pero bueno, aquí van mis apuntes.

El tiempo... ¿todo lo cura o todo lo para? No todo es cuestión de dejar pasar tiempo, hay cosas que podemos trabajar desde el momento de la ruptura, que sí están bajo nuestro control.

Cuando nuestro corazón se rompe, la primera fase que atravesamos se basa en reacciones extremas e irracionales, motivadas por nuestra necesidad de entender por qué ha pasado. En esta fase afloran todas las emociones y es donde precisamente no solemos querer entrar para evitarnos enfrentar el dolor, la rabia, la angustia, el miedo...  Y, sin embargo, es ahí donde está tu ser y tu esencia y, si esquivas esas emociones y no las curas, te acompañarán el resto de tu vida.

Se pueden distinguir tres zonas que es útil reconocer porque vamos atravesándolas mientras afrontamos el duelo por la pérdida.

ZONA DE PREOCUPACIÓN.

Esta zona es externa a nosotros. Cuando estamos en esta zona nos preocupan los demás, su vida, lo que piensan de nosotros, lo que estará pensando o sintiendo la persona con la que lo hemos dejado... En esta zona nace el resentimiento, la sensación de sentirte estafado con la vida. Es decir, están todas las emociones que van a emerger en ti si no consigues canalizar bien tus emociones dentro de tu zona de influencia. Y en esta fase atacan los 3 miedos del ser humano:

  • Miedo al fracaso.
  • Miedo al rechazo.
  • Miedo al futuro. 

Cuando, después de una ruptura, entramos en esta zona (y todos entramos, es así) surgen tentaciones como:

  • Recurrir a las conversaciones triviales y superficiales para no afrontar lo que de verdad sentimos. Es decir: huimos.
  • Las malas compañías: no en el sentido de rodearte de malas personas sino de personas que, en su ánimo por ayudar, juzgan tu duelo e intentan consolarte con frases como: "bueno, nadie muere por esto", "ya lo superarás", "lo que tienes que hacer es pegarte una buena fiesta", "un clavo quita otro clavo"... Quieren ayudar pero tú tienes que ser consciente de lo que necesitas y, desde luego, ninguno de esos consejos va en la línea de reconocer nuestras emociones, aceptarlas y canalizarlas.
  • Autoengañarnos y compararnos con los demás: ¿qué tipo de verdad nos contamos? "nunca voy a encontrar a nadie", "no voy a volver a sentir lo mismo", "el futuro no va a ir bien". Este es un juego en el que siempre perdemos porque nunca solemos pensar en positivo y, desde luego, somos unos maestros en el arte de compararnos con los demás para mal: "¿por qué los demás encuentran el amor y yo no?", "¿por qué siempre me pasa esto a mí?". No hay que caer en el victimismo porque las víctimas son sufridores permanentes y no hemos venido a esta vida a sufrir, hemos venido a disfrutar y a aprender. De nuevo, recurro a una frase que me ha servido de mucho: "el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional". 
  • El machaque: al otro o a nosotros mismos. 
  • La autohumillación y la autodescalificación, destruyendo nuestra autoestima.
  • La resignación: nos metemos en nuestra cueva y no dejamos que nadie se acerque a nosotros pero, a la vez, nos quejamos porque no se acercan a nosotros y culpamos a los demás.  
  • Empezar una nueva relación cuando aún no estamos preparados sólo porque no somos capaces de lidiar con la soledad. 


ZONA DE VULNERABILIDAD.

Si llevamos esta zona de influencia a una hipotética ruptura, debemos ser conscientes de que tenemos todo el derecho a revolucionarnos, a sentir ira, tristeza, rabia... y conseguir así conectar con nuestro niño interior, que es ese lugar donde se encuentran todas nuestras emociones esperando que las reconozcamos, las vivamos y las entendamos para que, así, puedan diluirse y convertirse en otro tipo de energía.

No debemos reprimir absolutamente nada de esto. Cada una de esas emociones tiene que salir porque es la forma que tiene tu mente de avisarte de que hay algo en lo que tienes que trabajar. De lo contrario, de la ira y la rabia pasamos al rencor y al resentimiento, que se enquista y no nos deja vivir felices. Así que llora, suelta frases cínicas, cómete un litro de helado. ¡Tienes derecho!

Tienes derecho a sentir todo esto, a llorar, a venirte abajo pero... tienes también derecho a que esto no sea permanente y aquí es donde entra en juego la zona de influencia.

ZONA DE INFLUENCIA.

Es donde puedes manejar tus emociones y tus acciones. No puedes controlar a las personas y existen circunstancias que siempre van a escapar de tu área de influencia pero sí puedes controlar tu perspectiva, tu punto de vista, es decir, lo que pensamos e interpretamos de las situaciones. Esta idea es poderosísima en todos los aspectos de la vida: "somos lo que pensamos".

En esta fase debemos preguntarnos: ¿realmente era eso lo que querías? ¿es esa tu idea del amor? ¿estar con alguien con quien no funciona, ya sea por ti o por él/ella? ¿era yo feliz así?

El primer objetivo es lograr la coherencia emocional, identificando claramente ¿qué sientes? ¿qué piensas? ¿qué te dices y cómo te lo dices?.

Pero el objetivo último es llegar al Perdón.

El Perdón no consiste en dejarse conquistar sino que es algo propio de las personas capaces de aceptar lo que está pasando y aguantar lo que les dice el espejo. El Perdón es cuidar de uno mismo, te libera y refuerza tu autoestima. Te aleja del resentimiento.

Para conseguir el Perdón hace falta conectar con uno mismo, tener la valentía de reconocer lo que ha pasado sin reproches, vergüenza ni culpa y, sobre todo, perdonarnos a nosotros mismos antes de poder perdonar al otro. Nos tenemos que perdonar por haber renunciado a nosotros mismos y, en parte, a vivir, por pensar que la vida está en nuestra contra y por ese bucle mental en el que nos hemos metido a causa de la ruptura.

Una idea importante: no es posible llegar a la zona de influencia desde la zona de preocupación, es necesario pasar por la de vulnerabilidad y trabajar bien las emociones desde ahí. Cuántas veces no caemos (yo la primera) en ese "estoy fenomenal" cuando en realidad no es así. Cada vez practico más la sinceridad conmigo misma: "no, hoy no estoy bien, hoy siento rabia, hoy envidia, hoy tristeza, hoy orgullo herido" Y no pasa nada, es humano. Es tremendo pero, cuando reconoces estas emociones, empiezan a difuminarse, dando paso a la tranquilidad y ésta, finalmente, al optimismo. Probadlo :)

Que tengáis buen fin de semana.



14 de mayo de 2015

Cómo meditar

El otro día estuve en una de mis charlas, esta vez dedicada a aprender a meditar, tema que me interesa muchísimo. Fue cortita con lo cual fue un poco como "Hola, soy la meditación", "Hola, encantada de conocerte". Pero creo que para iniciarse en las cosas viene bien ir poco a poco, "al merme" xDDD.

Voy a resumir aquí los apuntes que tomé, que básicamente se limitan a los pasos que hay que dar para meditar de forma sencilla.

Lo primero es entender la importancia de la meditación en el mundo en el que vivimos. Es innegable que nuestro mundo avanza rápido, y nosotros con él, cuando lo cierto es que no estamos preparados para ir tan rápido; nuestro cerebro no lo está. Hacemos mil actividades a la vez: trabajamos, hacemos tareas domésticas, vamos de un sitio a otro con prisas, estudiamos, vamos a cursos, impartimos cursos, preparamos opositores, vamos a clases de cocina y no nos da la vida para todo. Miramos constantemente el móvil ¡y encima nos compramos modelos aún más rápidos para poder ir aún más rápido!

Llegamos a la cama agotados y la verdad es que, a veces, ese cansancio no se debe al desgaste físico sino a otro tipo de desgaste: el mental. Nos entrenamos todo el día con pensamientos que generan estrés y ¿qué es lo que obtenemos? ¡Sorpresa! Estrés.

¿Por qué? ¿De qué depende? Pues todo depende de dónde ponemos nuestra atención. Sin más. Tenemos que conseguir distinguir entre la atención y la mente, que es la que nos abruma con pensamientos, juicios, intepretaciones y creencias que, además, normalmente van encaminados a quitarnos energía en vez de aportárnosla.

Y es que estamos acostumbrados a poner nuestra atención hacia afuera y, según demuestran muchos estudios, cuando hacemos esto, cuando miramos hacia el exterior, concentrándonos en los demás, lo que hacen, lo que piensan de nosotros, lo que no nos gusta de ellos, lo que sí nos gusta y envidiamos... estamos gastando energía. Este tipo de pensamientos consumen energía.

En cambio, cuando centramos el foco de atención en nuestro interior, ganamos energía.

Pues de eso trata la meditación, de contactar con nosotros mismos, sin juicios, para ser capaces de reconocer y aceptar nuestros propios pensamientos.

Meditando en 6 pasos.

1.- Adoptar una postura cómoda. En la charla estuvimos sentados, con la espalda bien alineada. Pero vamos, cualquier postura vale, nada de flores de loto ni movidas raras: ¡hay que estar cómodo!.

2.- Conectar con nuestra respiración. Es decir, concentrar todos nuestros pensamientos en cómo respiramos (¿a que nunca habéis sido conscientes de vuestra propia respiración?), sintiendo cómo entra el aire y cómo sale.

3.- Una vez conectados con la respiración, tenemos que observar las sensaciones de nuestro cuerpo: ¿cómo me siento? ¿detecto tensión en algún punto de mi cuerpo? Y si la detecto, trato de eliminarla. Así hasta que estemos perfectamente relajados y situados en el momento presente.

4.- En este momento tenemos que empezar a observar nuestro estado de ánimo y cómo nos sentimos, detectando distintos estados de ánimo y tomando conciencia de todo ello. Porque cuando tomas conciencia de lo que ocurre, eso que te preocupa empieza a disolverse; es cuando luchas o peleas contra una situación cuando permanece. Y es muy importante que aceptemos todos estos estados de ánimo sin juicios, sin cuestionarnos a nosotros mismos. "Siento rabia por esto". Vale, bien, "hola rabia".

5.- El siguiente paso es observar nuestra mente. ¿Qué esta pasando por nuestra mente? Cada pensamiento que la cruza es energía: si dejamos pasar pensamientos negativos, será energía que nos destruya, nos robará vida. Si, en cambio, dejamos pasar pensamientos positivos, ganaremos energía. Una idea para crear pensamientos positivos es decirnos cosas como "mi mundo está en paz", "ahora mismo, en este instante, da igual lo que pase a mi alrededor: yo estoy en paz".

6.- El último paso es el más complejo y para el que, intuyo, hace falta muchísima práctica. Se trata de conectar con nuestra luz interior. Así... ¡casi ná! xDDD Una vez que has conseguido todos los pasos anteriores hay que dirigir la atención más adentro y sentir que en nuestro interior hay una luz, la luz de la conciencia. Es un concepto abstracto pero cuando logras conectar sientes paz y se despierta la comprensión, el amor, la empatía y, detrás de todo eso: la felicidad. También se despierta sabiduría porque empiezas a entender todo de otra manera, no es algo racional, es algo intuitivo. Empiezas a desarrollar tu intuición.

Esto no sirve de nada si, en mi línea, lo haces un día y luego te olvidas. Hay que ser constante. Se puede empezar con 5 minutos y, una vez que ya has adquirido el hábito (recordad, entre 21 y 30 días hacen falta para adquirir un hábito) ir aumentando.

Yo empiezo hoy. Voy a ir marcando en mi agenda los días que medito y, si consigo aguantar un mes, me daré un premio jejeje.

Y vosotros, ¿os animáis a probarlo? :)

Hace mucho que no me despido con una canción. Venga, esta que estoy escuchando y que me relaja.



No somos nuestras historias. No somos nuestros pensamientos. 
Lo que pensamos no es la realidad... Y entonces, 
¿Qué es todo esto que no nos deja vivir que pasa por la mente?.
Sólo es un pensamiento.
¿Sólo?
Sólo.


Enrique Simó