Pages

23 de marzo de 2015

Autoestima automática

Acabo de terminarme el libro de Silvia Congost, "Autoestima automática", y me ha gustado, tenía ideas interesantes que quiero recopilar aquí para guardármelas a modo de resumen y por si a alguien le sirven también. Os animo a leer el libro, es cortito y se lee bien.

La autoestima, tomar decisiones y asumir el cambio.

Siempre hay que marcarse objetivos en la vida y, cuando nos enfrentemos a una decisión, valorar si esa decisión nos acerca o nos aleja de ellos. Si nos acerca, hay que dar el paso sin dudar, con seguridad, sin miedo a que pueda ir mal.

Muchas veces lo que nos impide dar un paso es el miedo o la pereza (se está tan calentito, abrigadito y feliz en nuestra zona de confort...) y, en esos momentos, lo único que nos puede empujar a seguir es tener presente lo que nos motiva o los objetivos que perseguimos con ese paso.

La autoestima y el maltrato a nosotros mismos.

Cuando nos decimos que no somos capaces, que cómo hemos cometido ese error, que somos unos inútiles, que con nuestro mal humor nos vamos a quedar solos y lo merecemos ... nos estamos maltratando. Así, tal cual. Y si no, una pregunta: ¿le diríais esto mismo a un amigo? ¿a alguien que queréis? O sencillamente ¿se lo diríais a alguien? "Eh oye, eres un inútil, te vas a quedar solo...". ¿A que no?.

Como dice Silvia: "Olvidamos que tendríamos que ser la persona más importante de nuestra vida. La más importante. Somos la persona con la que vamos a estar el resto de nuestra vida, 24 horas al día, 7 días a la semana. Siempre. Para lo bueno y lo malo. [...] Por ello, cuanto mejor sea la relación con uno mismo, cuanto mejor nos tratemos, mejor nos sentiremos".

La autoestima y el amor.

También me gustó mucho la carta de una mujer, Amalia, que desprende autoestima por cada poro. Algunos extractos:

"Me gusta más estar en pareja (para compartir, construir, etc) pero ahora tengo claro que sola estoy bien, que puedo estarlo y que no pasa nada. [...] Y lo repito, prefiero tener pareja y estoy abierta a encontrarla, pero mientras no la tenga, estoy bien y no lo vivo con angustia y ansiedad (pensando que está pasando el tiempo, que me hago mayor y que cada vez lo tengo más difícil) [...] Sé cuidar de mi espacio, lleno mi tiempo con mis cosas, cuido de mí [...] Y así voy creciendo, así soy feliz, así me siento a gusto y así me voy preparando para el día en que la persona adecuada aparezca, en el momento apropiado. Y entonces volveré a intentarlo, dar lo que soy, a expresar lo que siento y a sentir de nuevo el amor dentro de mí".

La autoestima y nuestro niño interior.

Lo que plantea Silvia (resumiéndolo muchísimo) es que la mayor parte de nuestros problemas de autoestima derivan de algún sufrimiento que experimentamos cuando éramos niños (padres muy exigentes, bullying ...).

Cuando somos niños, nuestra autoestima es como una bola de plastilina que se va moldeando, adquiriendo forma en base a experiencias (con nuestra familia primero y con nuestro entorno después) y cada vez endureciéndose más, por lo que a medida que nos hacemos mayores va costando más cambiar esa forma.

Una forma de reconstruir nuestra autoestima es reencontrarnos con nuestro niño interior, ese que fuimos y que quedó anulado, escondido, asustado o perdido en algún rincón de nuestra historia... y empezar a cuidarle como se merece.

¿Cómo se hace esto?

  • Pensando en positivo: "La calidad de tu vida nunca excederá la calidad de tus pensamientos. Cambia tus pensamientos y cambiará tu vida". 
  • Pasar a la acción hacia nuestros objetivos, venciendo el miedo, la pereza y nuestro impulso natural a evitar el malestar que nos genera el cambio.
  • No pensar tanto en lo que puede salir mal: "El hombre que sufre antes de que sea necesario, sufre más de lo necesario".
  • Tratándote como tratarías a alguien a quien quieres. 
  • Atreviéndote a expresar lo que sientes en las relaciones con la gente que te importa.
  • Abriéndote a recibir. A veces nos cuesta muchísimo pedir ayuda a los demás (ufff a mí me cuesta horrores) y eso también está vinculado a una mala autoestima. Déjate ayudar. Déjate querer. Lo mereces.
  • Perdonándote a ti mismo: incluso las veces en las que hemos cometido errores debemos ser tolerantes con nosotros mismos, pensar que lo hicimos lo mejor que pudimos en ese momento concreto, en el que teníamos unos sentimientos concretos y en el que atravesábamos unas circunstancias concretas. Es muy fácil juzgar desde fuera cómo deberías haber actuado pero cuando lo vivimos lo hacemos lo mejor que podemos. Y punto. 
  • Dedicándote tiempo a ti mismo y mimándote.
  • Parando las quejas. Menos quejarse y más sonreír. No sabemos el poder que tiene una sonrisa para cambiar nuestro ánimo en un segundo. 
  • Despertando... "Despertar es darte cuenta de que has estado balando toda tu vida creyendo que eras una oveja, cuando en realidad eres un tigre".

La autoestima y yo.

Nunca había hablado de esto en ninguno de mis blogs pero yo sufrí acoso escolar durante muchos años. Fue un verdadero infierno. Llegaron a hacerme creer que no valía nada, que era un monstruo, que no merecía amor. De paso, yo misma decidí que, si físicamente no valía nada, tendría que valer intelectualmente. Y yo misma me convertí en mi propio "padre exigente" ... yo solita dañé también mi autoestima en el ámbito académico y profesional.

Vamos un completo...

Mi autoestima quedó definida en esa época... si tuviera que imaginarme una forma para esa bola de plastilina sería como un pistacho. Igual de pequeñita...

Hace unos cuantos años (no demasiados) me di cuenta de que tenía un problema y decidí que ya estaba harta. Y lo afronté, con ayuda profesional primero (no durante demasiado tiempo porque valía una pasta xDDD) y por mi cuenta después. He avanzado muchísimo aunque soy consciente de que cambiar creencias que has acumulado durante tanto tiempo no se consigue en unos pocos años pero, desde aquí, quiero animar a todo el que tenga problemas de autoestima a que lo intente, que se puede :) Y el libro de Silvia Congost es un buen punto de partida.

Que tengáis una buena semana.

Hablando de conectar con mi niña interior, el otro día por casualidad me topé con una serie que me encantaba de peque: "Buffy cazavampiros" :DDD Recuerdo un capítulo buenísimo que era como un musical y esta canción me encantaba, me hacía fantasear y me ha ilusionado volver a escucharla.


"Cuando creas que nada puede cambiar, recuerda que puedes cambiarte a ti mismo". 

14 de marzo de 2015

Sal con un valiente

El otro día leí un post que me encantó:

http://www.eluniversodelosencillo.com/sal-con-un-valiente/

Desde entonces tengo mucho más claro que es lo que busco en mi media langosta. Había cosas que ya tenía identificadas pero a esas debo añadir dos:

Que me mire como un minion mira a una banana:


Y que sea un valiente :) 

Os dejo con el texto del post:

“No existe hombre tan cobarde como para que el amor no pueda hacerlo valiente y transformarlo en héroe”. Platón.

El mensaje es claro: sal con un valiente. Esto no quiere decir que intentes, a ser posible, salir con un valiente, no. Quiere decir que salgas con un valiente. Con un valiente o nada.

Nadie debería enamorarse de alguien que, tras el tiempo suficiente, no sea capaz de decirte: “mi apuesta eres tú”. All in. Todo el mundo merece escuchar, al menos, un “¿sabes qué?, me la juego contigo”.

Al igual que tú, he visto a personas reaprender un deporte tras perder algunas partes de su cuerpo; he visto a gente trabajar meses o incluso años sin cobrar y a otros trabajar en un restaurante de comida rápida para terminar y ponerse a escribir, pintar o bailar porque eso no les da aún de comer; y he visto a un hombre que no puede vocalizar ni coger un lápiz revolucionar la ciencia… Y aún así, siempre hay alguien que dice: “no, es que no es mi momento”, “es que estoy centrado en mi trabajo”, “es que salgo de una relación” y demás excusas para llevarse el polvo pero dejar el mueble. Si hay amor se encuentra la manera.

Vivimos en una época donde no hay dragones que matar ni tierras que conquistar, y donde el acceso a recursos y las oportunidades son tan abundantes que saber lo que se quiere e ir tras ello constituyen el único espacio para el heroísmo. Hoy, el (principal) problema no es que no se pueda, sino que no se quiera lo suficiente. La mayoría de cosas que no hacemos no es por dificultad, es por falta de amor.

Creo que la valentía es el valor más grande que puede tener un ser humano. Un valiente arriesga, elige, toma partido, se hace responsable y crea su destino. Es el capitán de los optimistas, pues no solo ve lo bueno sino que lo persigue sin negociar. Una persona así solo puede hacer tu vida más rica.

Como le gusta decir a Álex Rovira, “el coraje, más que la ausencia de miedo es la consciencia de que hay algo por lo que merece la pena que arriesguemos. El coraje es la fuerza del amor al servicio de la consciencia”. Y es que coraje y amor son atributos que se ven en el espejo: el que ama, arriesga y el que arriesga, ama.

“Detrás de alguien que arriesga, hay alguien que ama.”

Cuando no sepas dónde están esos valientes, fíjate en los que dicen sí diciendo no, pues detrás de alguien que renuncia hay una persona que elige, detrás de alguien que elige hay una persona que arriesga y detrás de alguien que arriesga hay una persona enamorada. Donde hay un valiente, hay un amante.

Lo que diferencia a alguien valiente de un “cobarde” es que no se queda parado ante la bifurcación pensando en lo que pierde o en lo que renuncia, sino que ve en ti una victoria y ganancia suficiente como para no tener que mirar atrás. No se echa a un lado pensando que siempre puede venir algo mejor, porque acepta que el mundo es imperfecto, que tú lo eres… que los dos lo sois. Sabe que lo importante no es ni la realidad, ni lo que hay, sino lo que podéis llegar a crear, y para eso no hace falta ser perfectos, hace falta ponerse manos a la obra.

Una persona valiente no está pensando en las chicas o en los chicos que deja escapar, está pensando en ti. Eres su apuesta y su elección, y cualquier otro lugar le parece segunda división.

Nunca verás a un valiente haciendo una lista de pros y contras, porque para ellos el amor no es un mercado ni tú un producto más. Las decisiones racionales las deja para los yogures o las hipotecas, nunca para sus sueños. Nadie se hizo rico apostando en pequeñas cantidades.

Los valientes se la juegan porque “esa aventura no se la pierden”.

Si lo piensas bien, muchos de los dolores de cabeza amorosos que has tenido podrían haberse evitado saliendo con un valiente. Así que, la próxima vez que vayas al mercado de parejas de viaje, solo tienes que abrir los ojos y mirar de una forma que quizás no hayas hecho antes: en lugar de buscar por la categoría belleza, profesión, estudios, o dinero, busca por la categoría sé quién soy/sé que quiero. Desconfía de lo pulcro, los cánones y lo resplandeciente, y fíate de la sangre y lo sucio, pues los valientes están llenos de arañazos y cicatrices, aunque a veces no se vean. Los valientes se baten el cobre, son los que bajan a la arena y se la juegan porque esa aventura “no se la pierden”. Es muy difícil encontrar a un valiente con el traje impoluto.

Un valiente no entiende la estúpida forma que tiene la cultura de valorar el éxito o el fracaso y la pérdida o la ganancia, pues cree que a nadie que lo ha dado todo se le puede exigir nada y que lo único que verdaderamente se puede perder en la vida no es una pareja, un partido, un sueldo, etc., ellos saben que lo único que verdaderamente se pierde en la vida … son oportunidades.

8 de marzo de 2015

Hablar en público: ese pequeño gran miedo.

Dicen que las personas que son capaces de manejar los silencios, la mirada y la sonrisa pueden transmitir al instante una imagen de líder. Vamos, que pueden hacer lo que quieran con su público, dicho pronto y mal. Son herramientas muy poderosas y, por desgracia, vivimos en un país que no nos enseña esto desde que somos pequeños. Al revés, nos llenan de prejuicios y de miedos, de forma que cuando el profe nos saca a la pizarra lo que sentimos es pánico y fastidio.

Me gustaría mejorar mi forma de hablar en público y el otro día asistí a una charla con Candela Palazón, experta en comunicación y una auténtica crack a la que ya había tenido la suerte de escuchar en el pasado.

Sirva esta entrada como resumen de su charla porque siempre se me acaban olvidando todos los consejillos que da, y no quiero. Vamos allá.



LENGUAJE CORPORAL.

  • Luchar contra los micropicores: cuando hablamos en público nuestro propio cuerpo reacciona, siente que no se encuentra en una posición natural. Y es que normalmente mantenemos una conversación con una o pocas personas que, además, nos hablan a nosotros también, mientras que en estas situaciones estamos hablando en solitario frente a un público exigente. Por lo visto, como el cuerpo siente que no está cómodo y que quiere irse de ahí, empieza a generar reacciones. ¿No os ha pasado que os empieza a picar el cuello, los brazos o la cabeza? Suelen ser estímulos provocados por nuestro propio sistema nervioso para obligarnos a movernos y salir de ahí, ¡increíble!.

  • Manos siempre a la vista. Inconscientemente cuando alguien oculta las manos (en el bolsillo, en la espalda...) el mensaje que genera en la audiencia es que tiene algo que esconder.

  • No poner los brazos cruzados en el momento en el que se está hablando (cuando nos están presentando o no tenemos el foco de atención podemos ponernos como queramos, claro).

  • La importancia de la mirada: alguien que mira directamente a las cosas muestra liderazgo, curiosidad, ganas de acercarse, valentía. Alguien que mira al suelo muestra inseguridad, cobardía ... no debería ser la actitud de una persona que viene a enseñar algo a una audiencia.

  • Pero el caso es que nos da corte mirar a los ojos a la gente. Parece como algo demasiado íntimo. ¿Un truco? Mirarles al entrecejo. Sencillo, ¿no? Al mirarles al entrecejo no da tanto palo y la sensación que le llega al otro es como si les estuvierais mirando a los ojos, ¡probadlo, es cierto!.

  • La vestimenta, no hay que ponerse ropa que pueda distraer al público del mensaje principal. Nada de colores estridentes, escotazos hasta el ombligo o ropa apretada rollo "oh yeah come to mama", trajes con corbatas de gangster, collares que se bamboleen constantemente o pulseras que hagan ruiditos.

VOZ Y ENTONACIÓN.

  • El ritmo con el que hablemos es fundamental, no puede ser demasiado rápido porque no les daríamos tiempo a que decodifiquen nuestro mensaje ni ir tan despacio que acaben todos dormidos con la babilla manchando el suelo.

  • Hay que acabar las frases entonándolas hacia abajo. Esto es difícil de explicar por escrito pero es verdad que, cuando estamos nerviosos, tenemos tendencia a decir las frases entonando el final hacia arriba. Y la sensación que da, además de inseguridad, es como que son frases inacabadas y al final la gente parece que espera que acabes, y tú no acabas, y se genera una angustia horrible xDDD. Hay que acabar las frases abajo, con contundencia, porque eso genera una sensación de liderazgo y de seguridad en lo que se está diciendo.

  • Pasear mientras se habla no está mal pero, eso sí, siempre que vayamos a dar un mensaje importante, nos paramos y, después de decirlo, dejamos un pequeño silencio para que se interiorice.

  • Otro truco para mejorar la entonación, aunque parezca de coña, es apretar los glúteos mientras se habla. Evidentemente esto es mejor usarlo sólo en los primeros momentos de la presentación pero, cuando ya nos relajemos, mejor dejarlo o si no vamos a salir andando como Coyote Dax.

Si no creéis la importancia de la entonación ... 



EL PRIMER MINUTO.

Hay que ser realistas, las personas necesitan hacerte la ficha en cuanto te ven aparecer y durante el primer minuto te están juzgando todo lo que pueden y más. Somos así (cotillas y expertos en prejuzgar) y hay que asumirlo, de hecho, tienes que dejarles que te hagan la ficha y utilizar ese primer momento en tu beneficio.

Por esto, hay que mimar tanto la entrada en escena y el primer minuto de la presentación. En ese momento hay que "engañarles" y actuar en todo momento como auténticos líderes, seguros de nosotros mismos: hablando tranquilos, despacio, con un tono firme y muy concentrados en lo que estamos diciendo.

Si en tu primer minuto causas una buena impresión y les enganchas, normalmente la sensación que les queda al final de la exposición es buena mientras que, si ya empiezas mal, por mucho que luego ya te sientas cómoda y te vengas arriba, la predisposición ya no es la misma. 

Además si haces bien el primer minuto y notas aceptación, te relajas antes y la cosa fluye desde el principio. 

En resumen, el primer minuto de la presentación es sagrado ya que la primera impresión es fundamental. 

EL CONTENIDO.

  • Aproximadamente a los 15-20 minutos se produce una bajada de atención así que, para recuperarles, es necesario romper con algo. Ideas:
    • Lanzar una pregunta retórica para hacerles reflexionar.
    • Poner un vídeo.
    • Contar una anécdota personal.
    • Plantearles un ejercicio. 
    • Hacerles una pregunta directa. 

  • No soltéis el rollo, la gente está harta de ir a cursos a aguantar un rollo, la gente quiere aprender, conocer cosas nuevas pero de un modo ágil y ameno. Tenemos que educar, compartir información, ilusionar, pero no brasear al personal. ¿Quién no ha sufrido un curso de esos en los que te dan ganas de bañarte en cianuro? PLEASE: STOP THE CHAPA.

  • El mensaje tiene que divertirte y motivarte a ti porque, si tú te aburres contándolo, ellos se van a aburrir también. 

  • Es mejor utilizar frases cortas. 

  • ¿Guión o no? Desde luego ir sin ninguna preparación no, se nota y la improvisación 100% da una imagen informal. Por otro lado el ir leyendo un papel como un papagayo provoca una imagen poco profesional y de pringao (lo siento Rajoy). La solución ideal es improvisar de forma controlada a partir de un pequeño guión con las ideas principales que se van a seguir. 

  • Sabiendo lo que sabemos ya de la importancia del primer minuto, no conviene empezar desde el principio a soltar rollo importante porque no nos van a hacer ni caso: están ocupados haciéndonos la ficha xDDD. 


Y LO QUE NUNCA FALLA ... 

Finalmente, lo que nunca falla para atraer la atención de la audiencia y empatizar con ellos es hablar desde la emoción y la sinceridad. No pretendamos siempre ser los más originales en nuestro mensaje; a veces, lo más sencillo, hablar desde nuestra experiencia y emoción, es la clave para llegar a los demás.

Ahora, ¡a poner estos consejos en práctica!. Buena semana :)