Pages

17 de mayo de 2020

Cosas que me gustan

He visto un reto de escribir 3 cosas al día que me gusten. Eso harán unas 1000 al año y será una lista potente de la que tirar en según qué momentos. ¡Empiezo!


  1. El olor a café recién hecho
  2. El olor a tierra mojada
  3. El olor y la sensación cuando me echo el agua de belleza de Caudalie en la cara (jajaja parece un contenido patrocinado pero es que acabo de echármela y es justo cuando he pensado en hacer esta lista así que se merece estar en el top 3 :P)
  4. La leche condensada (debería haberla puesto en el número 1)
  5. Caminar por la montaña, escuchando el sonido de la naturaleza (árboles, ríos, animales...). Jo qué ganas de volver a pisarla.
  6. Cenar poké picatuna del Aloha Poké con mi chico y ver una peli después (bueno, verla yo, él dormirla más bien xDDD)
  7. Tomarme una leche merengada con mamá
  8. Hacer maratón de Harry Potter
  9. Ir al cine y comprarme palomitas y chuches
  10. Despertarme en mi habitación de Soto y escuchar el ruido de mi familia al otro lado de la puerta
  11. El momento de llegar al aeropuerto cuando vas a empezar un viaje
  12. Ver la reacción de otra persona cuando ve por primera vez algo que a mí me gusta mucho
  13. ¡Los perros! :D
  14. Ver "La vida de Pi" con el salón casi a oscuras para alucinar con las imágenes y volar con la música de cada escena. Me encanta esa peli. 
  15. Jane Austen, todos sus libros, todas las pelis y series de sus libros, toda ella.
  16. Recibir comentarios de Caro en el blog como en los viejos tiempos :D 
  17. Los paseos por la orilla de la playa con mamá
  18. Los brunch, los buffets de desayuno de los hoteles y todo lo que conlleve un desayuno con miles de cosas ricas dulces, saladas, amargas, ¡de todo lo comestible! 
  19. ¡Astuuuuuriaaaaaaaaaas!
  20. Los planes de día completo con mi hermana
  21. La sensación que se te queda nada más terminar un entrenamiento
  22. Ponerme a leer un libro que me esté enganchando mucho
  23. Llegar a la habitación del hotel después de un viaje
  24. Ludovico Einaudi
  25. Los conciertos de Vetusta Morla con Caro
  26. Encenderme una vela que huela bien mientras trabajo o estudio
  27. Cocinar con Argi y verle canturrear por la cocina porque me recuerda a mi padre
  28. Los atardeceres bien naranjas y morados y con nubes que contrasten
  29. Mi sobrina Blanca
  30. Las tormentas cuando estoy en casa calentita escuchando de lejos los truenos y el sonido de la lluvia
  31. El sonido que hacen los bichos en el campo en verano
  32. El arpa, me encanta cómo suena, me gustaría saber tocarlo pero por lo visto es bastante difícil!
  33. Algunas escenas de la peli "El paciente inglés", con su música, su fotografía y ese color "desierto" tan romántico que tiene todo
  34. Hacer un bizcocho en casa y el olorcito que queda después. Y zampármelo, claro. 
  35. Los paseos por la Dehesa de la Villa que pronto volverán :)
  36. La risa contagiosa de Argi
  37. Los parques de atracciones, cuanto más temáticos mejor. Hace siglos que no voy, seguro que si ahora me monto en alguna burrada salgo con alguna contractura en la espalda. Ahh la edad... 
  38. Acostarme por la noche sabiendo que al día siguiente no hay que madrugar
  39. ¡La serie Friends! La he visto ya veinte mil veces y sé que volveré a verla muchas más :D
  40. Los brocardos con Rubén, qué pena que ya no lo hacemos tan a menudo como antes :( 
  41. Comer en La Primera de Gran Vía, echo de menos su tortilla, su merluza, su cordero deshuesado, su tarta de queso (diosssssssss) y su tarta de limón!!! 
  42. Cocinar algo nuevo y que me quede rico. Disfrutar durante el proceso oliendo, probando... 
  43. Los balnearios... algún día tengo que irme un fin de semana a uno de estos bonitos, que estén en plena naturaleza, y pasarme los días en albornoz escogiendo qué tratamiento me hago a continuación. Así, sufriendo y tal.
  44. Los desayunos sorpresa
  45. Hacerme la manicura en algún sitio bonito
  46. Las comidas de familia con las sobremesas de parloteo después
  47. La colonia de Mimosa & Cardamomo de Jo Malone
  48. Las auroras boreales
  49. Ir a un sitio donde haya poca luz y ver las estrellas en todo su esplendor

3 de mayo de 2020

Mi miedo en tiempos de pandemia

Cuando vi que la escuela en la que me preparé para ser coach daba una charla sobre el miedo, no me lo pensé y pulsé el botón “Unirme”. El miedo es un tema recurrente en mi mente estos días. ¿Por qué será? ¡Ni que hubiera una pandemia! :D

Llevo tiempo intentando reconciliarme con el miedo. Yo, como tanta gente, no tenía muy buena opinión del miedo. Muchos pensamos que sentir miedo es de cobardes, que no deberíamos tener miedo… o nos imaginamos a las personas que consideramos valientes incapaces de sentir ese nudo en la garganta que se nos coloca a nosotros. Somos débiles y vulnerables. Qué feo.

Pero luego estudias psicología de la emoción, o lees libros de coaching y de inteligencia emocional, o ves esa obra maestra que es “Inside Out” … y te das cuenta de que todas las emociones están ahí para algo. El miedo es útil… si dejamos que lo sea, claro.

Soy útil lo juro, seguid leyendo 
aunque os dé miedo la longitud del post, oh qué paradoja xDDD

CÓMO FUNCIONA EL MIEDO

El proceso del miedo lo conocemos todos. Se produce un estímulo que hace que nuestra mente interprete que estamos frente a una amenaza y que haga una evaluación rápida de los recursos que tenemos para afrontarla. Y tenemos tres posibilidades:

  1. Si mis recursos son mayores que la amenaza, no siento miedo ninguno.
  2. Si mis recursos están equilibrados con la amenaza, surge una tensión creativa que nos lleva a dar lo mejor de nosotros mismos. Puede ser el caso de cuando nos toca hablar en público sobre un tema que conocemos bien. Nos ponemos nerviosos, pero es un nerviosismo bueno, que nos activa y nos hace esforzarnos para hacerlo bien.
  3. Si considero que mis recursos son inferiores a la amenaza, surge el MIEDO.

GESTIONAR EL MIEDO

Estamos en la situación 3 y he aquí el miedo. ¿Qué podemos hacer para gestionarlo y sacarle el máximo jugo?

Paso 1: Analizar y cambiar nuestra respuesta interior hacia el miedo.

Lo primero que debemos cambiar es nuestra respuesta interior hacia el miedo. ¿Qué quiero decir con esto de respuesta interior? Pues es eso que tú te dices cuando te das cuenta de que sientes miedo. Hay tantas opciones de respuesta interior como personas:

  • Puedes sentir enfado: “yo no debería tener miedo”, “los demás no tienen miedo, por qué yo sí”. 
  • Puedes sentir vergüenza: “asustarse es de cobardes así que voy a fingir que no tengo miedo”. 

Y un largo etcétera. Todas estas respuestas negativas van a provocar que bloqueemos ese miedo, que no lo escuchemos y que no le demos la oportunidad de ser útil. Además, en este caso, nos pensamos que el miedo desaparece pero no, está latente y termina explotando, en forma de estrés, de depresión, de estrés crónico... No queremos esto.

¿Cómo cambio mi respuesta interior? ¿Qué otras interpretaciones podemos darle al miedo?

  • El miedo a veces nos genera rabia, nos hace plantearnos retos y avanzar, nos hace salir de la famosa zona de confort y plantearnos retos que terminan enriqueciendo nuestras vidas.
  • El miedo nos lleva a pedir ayuda a los demás. Alguno pensará “y esto es bueno porque…”. Ay el pedir ayuda y mostrar vulnerabilidad… otra asignatura pendiente. Para otro post.
  • El miedo nos lleva a querer aprender y a buscar los recursos que nos faltan para equilibrar nuestra capacidad de hacer frente a la amenaza.

Paso 2: Evaluar nuestros recursos reales.

Una vez que hemos cambiado nuestra respuesta y somos capaces de aceptar nuestro miedo como algo útil que nos da información valiosa, toca analizar esa información.

Al final el miedo nos está avisando de que hay una amenaza y de que, supuestamente, no tenemos suficientes recursos para afrontarla (de lo contrario, como hemos visto más arriba, no habría miedo).

En primer lugar debemos hacer una evaluación realista de esos recursos porque a veces eso de que nuestros recursos sean inferiores no tiene por qué ser la realidad, sino que es nuestra interpretación de la realidad. A veces tenemos más recursos de los que creemos, lo que pasa es que tendemos a poner más el foco en lo que nos falta.

Y si realmente llegamos a la conclusión de que no hay recursos, podemos ponernos en marcha y buscarlos: vamos a estudiar, a aprender, a entrenar, vamos a pedir ayuda, vamos a superarnos y a aprender lo que haga falta para conseguir vencer esa amenaza.

Paso 3: Hazlo con miedo.

Un amigo me dijo esta frase cuando estaba en pleno debate mental sobre si atreverme a hacer un trekking por el Himalaya. Y me ayudó mucho. A veces esperamos a no sentir miedo para actuar. Y los pasos 1 y 2 no nos van a garantizar no sentir miedo. Nos van a garantizar que disponemos de los recursos que nos faltaban pero es muy probable que la mente, precavida de más, nos siga lanzando de vez en cuando llamaradas de miedo. Así que lo importante ahí es saber reconocer ese miedo y tratarle con cariño: "Gracias miedo, sé que estás aquí para avisarme pero ahora aparta a un lado un rato que yo voy a por esto".

EL MIEDO A LA HORA DE AFRONTAR UN RETO

Cuando nos planteemos un reto que nos ilusiona mucho pero nos genera miedo, algunas preguntas útiles que nos podemos hacer son:

  • ¿Conoces bien el contexto del reto? ¿Es sobre un tema que controlas? Si no es así, prepárate.
  • Ten presente que ese reto no te define como persona, no define tu ser. Es un punto más de experiencia y siempre vamos a aprender, consigamos el reto o no. Si no hacemos esto y ponemos toda nuestra valía, todo nuestro ser, en la consecución de ese reto, será difícil que conecte con mis recursos porque estaré más conectada con lo que me falta. 
  • ¿Qué es lo peor que puede pasar? Porque si yo identifico lo peor que puede pasar, podré analizar con qué recursos cuento en ese caso y puedo prepararme para ello. Esto te ayudará a ponerte en marcha desde la prudencia y el coraje.
  • ¿Qué te estás perdiendo por no hacerlo?
  • ¿Cómo sería conseguirlo? Esto nos ayuda a sentir emociones muy positivas a las que recurrir cuando tengamos momentos difíciles en el camino. 

EL MIEDO AL CONTAGIO

Y con todo lo anterior, una reflexión sobre la situación que estamos viviendo. ¿Qué hago con el miedo al contagio?

Creo que la forma más razonable de aceptar este miedo es darnos cuenta de que nunca hemos vivido en un entorno seguro. Sí, es cierto que si salgo a la calle puedo contagiarme. Pero no es menos cierto que cada día que he salido he podido tener un accidente de tráfico y matarme. Y, por inquietante que esto sea, cada día nos pueden diagnosticar una enfermedad peligrosa, o podemos sufrir un ictus o un infarto. Con esto no pretendo que terminemos todos en posición fetal en una esquina de nuestra casa. Simplemente pretendo darme cuenta de que nunca estamos seguros y que este es un riesgo más, nuevo y original, no lo niego, pero uno mas.

MI PEOR MIEDO

No, mi peor miedo no es contagiarme. Mi peor miedo ahora mismo es perder a las personas que quiero. En especial, me preocupa mi madre porque forma parte de la población de riesgo ante el COVID-19.

La respuesta interior que me genera este miedo es más miedo aún, así que mal vamos.

Y aquí entro en mi problema de siempre: intentar tenerlo todo bajo control, incluso lo que no se puede mantener bajo control. No está en mi mano que a mi madre no le pase nada malo. La vida va a continuar su curso, lo quiera yo o no. Y entrar en bucle y luchar contra este hecho es completamente inútil. Aun así, lo hago de vez en cuando. No se rompen los patrones de un día para otro.

Pero de pronto tengo momentos de lucidez en los que me doy cuenta de que lo único que puedo hacer es poner mi empeño en lo que sí está bajo mi control. Lo demás… decido soltarlo. Que sea lo que tenga que ser. Aunque también elijo confiar.

Y desde aquí la pregunta es: ¿qué SÍ está en mi mano hacer para no perder a mi madre?

Puedo cuidarla. Puedo llamarla a diario para hablar con ella, animarla y que mantenga su mente activa. Puedo hacerle la compra a domicilio y meterle algún caprichito que no me haya puesto en su lista. Puedo mandarle sus medicinas para que no tenga que salir de casa. Puedo interceder para que este verano pueda irse a su casa de la sierra, si las condiciones lo permiten. Puedo atesorar y aprovechar cada conversación con ella. Puedo recomendarle películas bonitas. Puedo llamarla para pedirle consejo sobre recetas y que se dé cuenta de que sin ella estaría más perdida que un pulpo en un garaje. Puedo cuidarme yo para no contagiarme y poder atenderla cuando me necesite. Puedo no dejar nada pendiente y que, de esa forma, si algo me pasa a mí o algo le pasara a ella, no haya ningún arrepentimiento, solo paz de corazón y de alma, y agradecimiento por haber tenido una madre como ella.


Me encantó cómo terminó la charla, con un extracto del libro "Conversaciones con Dios" que dice que solo se puede actuar o desde el amor o desde el miedo. Probemos a actuar a partir de ahora desde el amor a nuestro miedo :)

26 de abril de 2020

Humor pandémico

Quiero recopilar en esta entrada los memes, fotos, textos que más gracia me vayan haciendo durante la cuarentena. Hoy tengo un día un poco tenebroso con un nubarrón encima de mi cabeza del que salen rayos y centellas. Vamos a ver si recopilando esto me animo un poco.

Empiezo con las reglas que resumen a la perfección mi interpretación de todo lo que he ido leyendo estas últimas semanas en distintos medios de comunicación...

LAS 20 REGLAS DEL COVID 19

1. No puedes salir de casa, pero si lo necesitas, si puedes.
2. Las máscaras no sirven de nada, pero sí sirven, si puedes pontela, o si no un foulard o no te la pongas porque en realidad solo sirven si estás contagiado, pero puedes estar contagiado y no lo sabes. Entonces sí, las máscaras sí sirven, pontela. Ah, qué no hay? Pues no te la pongas, porque no sirve para nada.
3. Las tiendas están cerradas, excepto las que están abiertas.
4. No hay que ir a los hospitales, a menos que necesites ir, solo hay que ir en caso de emergencia ¿Cuándo es emergencia? Si ves que te estás muriendo es emergencia, entonces vete. Si no, quédate en casa porque es como una gripe… Bueno, es como una gripe fuerte. Bueno, es mucho peor que una gripe. Bueno, puede que mueras.
5. Los guantes no ayudan, pero pueden ayudar.
6. La comida en el supermercado no faltará, pero hay muchas cosas que faltan si vas al final del día pero no hay que ir por la mañana. Vete al final del día mejor y si falta algo vuelves al día siguiente. No, no, mejor no salgas.
7. Después de ir al supermercado, deja los zapatos en la puerta y lava la ropa a 60º, si la lavas normal el virus no se irá. Que esté dando vueltas en la lavadora con jabón a 40º no mata el virus. Eso sí, si lo tienes en las manos, con que te las laves 2 minutos ya lo has matado.
8. El virus no afecta a los niños excepto en aquellos que lo tienen. Bueno, en Madrid ingresan muchos niños, pero más personas mayores (como en todas las enfermedades). Así que no, no afecta a niños.
9. Los animales no están contagiados, pero a pesar de todo un gato dió positivo en febrero en Bélgica... Cuando aún no se hacían pruebas a nadie, pero a este gato sí porque nos caía muy bien, y ya está. Los animales no lo tienen, solo algunos, pero no sabemos porque no les hacemos pruebas, así que están sanos. Aunque el virus lo han trasmitido los animales, pero ya no. Un murciélago, un pangolin, un laboratorio, bueno no, fue un unicornio, o un panda, o un delfín. Un señor se comió una sopa de algo y la ha liao parda!
10. Tendrás muchos síntomas si estás enfermo, fiebre muy fuerte, pérdida de olfato y gusto, falta de aire, disnea....Pero también puedes enfermarte sin ningún síntoma, tener síntomas sin estar enfermo (embarazo psicológico) o ser contagioso sin síntomas o tener alergia a la primavera o alergia a la primavera y te mueres de todas formas pero no.
11. Para no estar enfermo, tienes que comer bien y hacer deporte, pero come lo que tengas a mano y no salgas a hacer deporte. Bueno, en casa puedes, hay muchos vídeos, todo el mundo hace deporte. Yoga yoga, haz mucho yoga.
12. No tengas contacto con personas mayores, pero tienes que cuidarlos y llevar a tus vecinos mayores compras y medicinas. Es decir, ten contacto.
13. Puedes pedir comida preparada que tal vez la haya preparado  personas que no usan máscaras ni guantes. Pero cuando te llegue no te la comas y dejas que se descontamine por tres horas afuera de la casa.
14. No puedes ver a tu madre o abuela, pero puedes coger un taxi y conocer a un taxista mayor o hablar con la de la farmacia que es una señora mayor muy simpática.
15. El virus permanece activo en diferentes superficies durante dos horas, no, cuatro, no, seis, no, no, no hemos dicho horas, tal vez sean días? Pero necesita un entorno húmedo. Oh, no, no necesariamente.
16. El virus permanece en suspensión en el aire, o no, o sí, tal vez... especialmente en una habitación cerrada. En una hora un enfermo puede contaminar diez, así que si cae un niño, todos vuestros hijos ya han sido contaminados en el Escuela hace tiempo, pero mejor las cerramos porque no se han contagiado todavía.
17. Se dice el número de muertos pero no se sabe decir cuántas personas están infectadas. Vamos a hacer pruebas masivas, pero mañana, no pasado, no la semana que viene. Bueno, ya las haremos, no hay prisa. Es que nos dieron tongo con los tests. Pues ya no las hacemos ala! si te sientes mal estás contagiado y ya está.
18. No tenemos tratamiento pero tal vez haya uno, que aparentemente no es peligroso y funciona pero en realidad no, o sí ,tal vez, es que solo ha dado buenos resultados en algunos pero no en todos, entonces tenemos tratamiento, pero no, no tenemos.
19. Deberíamos permanecer confinados hasta que el virus desaparezca pero solo desaparecerá si llegamos a una inmunidad colectiva y por lo tanto, siempre que circula... y para eso tenemos que dejar de estar confinados...
20. No os preocupeis que está todo controlado y lo tenemos todo claro porque en Egpaña hay los mejores pofesionales y sanidá. La Reina Letizia bien de salud, gracias.

1 de abril de 2020

Ganas de hacer deporte en cuarentena

Bueno... pues, como decíamos ayer... xDDD

En cuarentena y, sobre todo, teniendo en cuenta que nos amenaza un bicho asqueroso que quiere poner en jaque nuestras defensas, es importante hacer deporte, si no a diario, yo diría que al menos 5 días a la semana. Además, que otra cosa no, pero tiempo hay.

Hay personas afortunadas en esta vida a las que les nace de manera natural un deseo de realizar ejercicio físico. Yo no soy una de esas personas. A mí lo que me nace de manera natural es zamparme una hamburguesa con patatas fritas y helado mientras, desde la comodidad y los brazos tentadores de mi sofá, veo alguna película.

Si tú eres como yo, deberás recurrir a artimañas mentales para sacar fuerza de voluntad y hacer ejercicio.

Hoy quiero compartir las ideas a las que recurro cada día para conseguirlo y, oye, de momento, he cumplido y llevo 3 semanas entrenando 5 días a la semana. Nada mal.

HAZLO SIN PENSAR.

Esta táctica es oro. Consiste en no dar tiempo a nuestra mente de darnos "LA EXCUSA". Y es que nuestra mente es puñetera y no se conforma con excusas tontas sino que a veces nos da argumentos totalmente convincentes, véase "hoy he trabajado mucho y me merezco descansar", "si entreno tantos días puede que me lesione y no está el horno para lesionarse" (bueno, esta roza la excusa tonta porque ni que mis entrenamientos fueran como los paseítos mañaneros de Kilian Jornet)...



Que yo lo que hago son vídeos de Patry Jordan (que dios la bendiga)

Bueno, pues lo que hay que hacer es marcarse una hora para hacer ejercicio y, cuando llegue esa hora, ir sin que nada nos detenga a ponernos la ropa de deporte. Mientras vamos a la habitación, mientras cogemos la ropa, nos la colocamos, nos calzamos, la mente estará como loca lanzando mensajes desesperados: "Noooooo", "Perezaaaaa", "No quieroooooo", "Qué horroooooooor". Bueno, pues ahí tenemos que forzar el pensamiento "no lo pienses, solo hazlo". Y continúa hasta acabar el entrenamiento. Una vez que entras en harina, todo es más fácil. Y luego, las cosas como son, te sientes genial después.

VISUALIZAR NUESTRAS DEFENSAS.

Yo estoy asumiendo que, tarde o temprano, el bicho coronavírico me cazará. Esto es muy probable. Espero que no sea ahora, con toda la congestión del sistema sanitario, pero cuando todo vuelva a la normalidad (o a una cuasinormalidad), es muy probable que nos vayamos contagiando los que ahora estamos encerrados y aparentemente bien. Por eso esta época tiene que servir para refozar las defensas. Ya es malo que no podamos salir al aire libre o que no nos dé el sol, pero al menos la alimentación saludable y el deporte, tienen que estar presentes.

Así que, cuando me entra la pereza o cuando estoy en pleno entrenamiento echando el hígado, intento visualizar que cada salto, cada sentadilla, cada gota de sudor que noto por mi cuerpo, está haciendo que las defensas de mi cuerpo aumenten y se fortalezcan para luchar contra el bicho.

Un abrazo emocionado a todos los que, como yo, siguen imaginándose lo que ocurre dentro de nuestro cuerpo como en "La vida es así". 

DAR GRACIAS POR PODER HACERLO.

Esta la descubrí ayer y fue muy poderosa, de hecho creo que fue el día que entrené con mayor motivación. Se la debo a Emelie Forsberg. Para los que no la conozcáis, Emelie es una pedazo de atleta, campeona de miles de carreras de trail running (o lo que viene siendo correr tropecientos mil kilómetros y encima por montaña). Pero eso no es lo que más admiro de ella (que también, no nos engañemos) sino que es una de esas personas con alma. Tiene una sencillez, una humildad y desprende una bondad que no puedo dejar de admirarla, de verdad. Me encantaría ser más como ella. Es una persona calmada, que siempre tiene una sonrisa sincera cruzándole el rostro, una persona que valora las cosas simples de la vida: vivir en su granja, estar en contacto con la naturaleza, disfrutar con su familia, correr y esquiar cada día, cuidar de su huerto y hornear cosas ricas.

Pues bien, Emelie contaba en una entrevista que leí ayer, que cuando ella corre, a pesar del dolor y el agotamiento, disfruta cada segundo porque es consciente del regalo que supone poder correr. Tan simple como esto. A día de hoy, con tantas y tantas personas en los hospitales, pasándolo mal, somos unos privilegiados si podemos calzarnos las zapatillas de deporte y hacer ejercicio. Es un regalo y hay que agradecer que podamos hacerlo.

No sabéis la fuerza que me dio este pensamiento. Me lo quedo y, cuando todo esto termine, que terminará, espero poder usarlo en futuros retos que me proponga.


Surely you do sometimes lose your sense of humor in a race?"
Emelie: “I don’t think I’ve done that. Even at Diagonale des Fous, running for 31 hours, I could appreciate some kids running with me when I was feeling destroyed. I felt lucky that they wanted to run with me and [that I was] able to put one foot in front of the other. It’s a privilege. Everyone who can run and finish a race, we are privileged. When I start a race, I want to do well, to do my best. But I’m also really grateful to be there, to be able to run. That’s why I’m happy when I run, because I feel grateful. Of course it can be shitty–bad weather or bad feelings–but they are just small things on the big page.”

Y, con esto y un bizcocho, voy a hacerme la comida.

Me gusta estar de vuelta :)