Pages

31 de marzo de 2013

El mejor día de la Semana Santa.

Hoy he abordado a mi madre y a mi hermana y las he obligado a ponerse unas deportivas y venir conmigo a La Pedriza. ¡Ya está bien de hacer planes de seta! ¡Tener una casa en la sierra y no ir más a La Pedriza es un crimen!.

Y no nos hemos arrepentido. No hemos podido caminar todo lo que nos hubiera gustado porque, por culpa de las incesantes lluvias de los días anteriores, estaba todo lleno de barro y encharcado. Por las rocas caían riachuelos y todo estaba muy resbaladizo.

Como muestra, un botón:



Aún así el barro nos ha regalado momentos impagables, en especial uno. La visión de mi hermana con las manos hacia arriba cual protagonista de "La princesa y el guisante", yendo cuidadosamente de tronco en tronco, y de roca en roca, esquivando el barro, ya auguraba momentos de risa, como cuando se ha quedado atrapada subida a un tronco buscando desesperada a su alrededor donde pisar a continuación. Por supuesto estamos hablando de troncos de un tamaño ridículo, con lo cual era mucho más gracioso verla saltando de uno a otro.

Pero lo mejor ha sido cuando, a pesar de su increíble maña para no rozar el inmundo barro, al final se ha acabado resbalando y cayendo en medio de un lodazal. Lo dicho: im-pa-ga-ble.

Después de ese momento nos hemos quedado las tres riéndonos juntas, y hemos empezado a bromear sobre nuestra baja forma y, no sé bien cómo, hemos terminado recordando a mi padre.

R: "¿Os acordáis de cuando decía que él no estaba gordo, que él estaba "atlético"?".
L: "Jajajaja, ¡sí lo recuerdo!".
M: "Y se ponía a meter tripa".
R: "Sí, y era cómo, papá, ¿puedes volver a respirar?".
L: "Y el barrigón volvía a hacer acto de presencia".

Y después, reímos a carcajadas abrazadas las tres. Y con esas carcajadas, me llenó por dentro la sensación de que él estaba con nosotras en ese momento, acompañándonos y quejándose con aquel tono de enfado simulado que siempre ponía cuando le tomábamos el pelo.

Volver a estar los cuatro juntos, aunque fuera un momento, aunque sólo fuera una sensación, ha convertido este día en el mejor de la Semana Santa.

29 de marzo de 2013

El sueño había terminado.


¿Cómo se reconoce el amor? ¿Cómo se distingue de esa pasión del principio? ¿Cómo se sabe a ciencia cierta que nos encontramos delante de nuestra alma gemela?.

No estoy segura de haber estado enamorada en mi vida. Y no estoy segura de si alguna vez lograré estarlo. ¿Qué es lo que me pasa? ¿Acaso tengo tan idealizado el amor que ninguna sensación o sentimiento me parece lo suficientemente intenso?. ¿Va a hacer eso que no me enamore nunca de verdad?.

No sé si estoy enamorada de él, pero sí sé que le echo mucho de menos. Cuando le veo todo se me remueve y me es muy difícil sonreír sin atisbo de amargura. Volver a tenerle cerca de nuevo fue a la vez tortura y la mayor de las alegrías.

Nunca me había sentido tan cómoda como en sus brazos cuando bailamos. Sólo fue un momento, ya que me obligué a mí misma a separarme de él toda la noche, pero bastó un momento para que un desconocido comentara lo bien que bailábamos. Un desconocido que no sabía nada de nosotros, nada de mí, que no sabía que no he bailado bien en mi vida. Que sólo bailo bien con él.

Pero qué más da. Él ha vuelto ahora mismo a la vida que conoce, a su rutina, a lo que ama de verdad.

Recuerdo los momentos junto a él en otro país, en otro tiempo que no volverá. Pasear por la playa, las miradas cómplices, las risas, el conocernos. Y recuerdo esa noche … esa noche inolvidable en la que pasó nada y todo. El momento más romántico de mi vida. A oscuras, abrazados, sintiéndole cerca, mirándole, tocándole la cara y con el sonido de la llamada a la oración de fondo.

Jamás pensé que se pudiera sentir tanto sin necesidad de que pasara nada entre dos personas, simplemente sintiendo a la otra cerca.

Al menos siempre podré recordar ese momento, siempre lo llevaré conmigo. Al final él tenía razón cuando dijo que nos quedan esos momentos especiales que vivimos. Yo le contestaba que a mí no me consolaba porque yo quería vivir más momentos así. Pero ahora me doy cuenta de que sí es consuelo saber que, esté donde esté, podré revivir esa noche cuando quiera.

El vuelo de regreso a casa dormidos, unidas nuestras manos, el último juego, la despedida y después, la realidad. El sueño había terminado.

Diez minutos al día.

El bloqueo ante la página en blanco sucede más a menudo de lo que pensamos. Tanto a las personas que se dedican profesionalmente a la escritura como a humildes aficionados como yo.

El caso es que hace poco hablaba con una amiga sobre el tema. "Me apetecería escribir pero es que no sé de qué, ¡no estoy inspirada!". Dio la casualidad de que esta amiga está asistiendo a un taller de escritura, y me explicó una técnica para solucionar este problema.

Consiste en sentarse durante diez minutos al día delante del papel (o el blog, en este caso) y dar rienda suelta a nuestros pensamientos. Escribir y escribir, sin pensar demasiado en lo que se dice. Es una buena forma de desbloquearse e ir escribiendo cada vez con más fluidez.

Aprovechando que quiero poner en práctica esta técnica y que me apetecía mucho volver al mundo de la blogosfera, ¿qué mejor título para un nuevo blog?.

¡Allá vamos!.