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21 de julio de 2017

Tengo una presentación ¡ayuda! ¡SOS!

No recuerdo la última vez que escribí en el blog... pero me ha hecho ilusión volver a sentir las ganas de hacerlo de nuevo :)

Hablar en público es como el deporte, dejas de hacerlo un tiempo y te conviertes en un ballenato. Cuando dejas de practicar el hablar en público te oxidas igualmente y cuando lo vuelves a intentar...

Cómo he empatizado con ella...


El caso es que hace un par de semanas me tocó dar una charla en público y aproveché para ver de nuevo mis vídeos favoritos sobre comunicación (os los dejo abajo) y voy a resumir las ideas que me apunté en un papelito y sobre las que medité antes de empezar la charla. Y oye, funcionó :D

ADMITE Y AGRADECE LOS NERVIOS.

Antes de empezar la charla, reconoce y admite los nervios contigo mismo. De nada sirve ocultárselo a uno mismo mientras que si eres consciente de ello y te dices "vale, estoy nervioso, es perfectamente humano y  es normal y además significa que me estoy tomando esta charla en serio y que quiero hacerlo lo mejor posible así que agradezco estos nervios que me van a permitir estar alerta" de alguna manera tu cerebro reduce automáticamente la sensación de tensión.

ESTÁS EN UNA CONVERSACIÓN.

Tendemos a imaginarnos la presentación como una especie de infierno en el que estamos solos frente a un público así:


Pero no es eso, en el fondo es una conversación en la que intervienes tú y un receptor (sí, en la forma de 30 personas) que espera recibir tu mensaje. Si te lo tomas como una conversación natural en la que tú cuentas lo que quieres transmitir y haces partícipe a las personas que están escuchándote, todo adquirirá un ambiente más relajado.

JUEGA Y ACTÚA.

No sé si os gusta el teatro pero a mí me encanta. Un consejo que leí y que a veces he puesto en práctica con éxito es entrar a la sala actuando como si el personaje que me toca es el de una presentadora de televisión muy buena. La presentación se convierte en teatro y finjo que soy esa presentadora, que me siento erguida, que miro a todo el mundo con calma, que vocalizo bien ... Y sí, hay momentos en los que te pueden atacar de nuevo los odiosos nervios pero si vuelves al juego, te garantizo que los resultados serán buenos.

LENGUAJE CORPORAL EMPODERADOR.

La charla de Amy Cuddy me pareció muy potente. No sólo exteriorizas de forma radicalmente distinta dependiendo de si te sientas erguida y en postura de poder o si te sientas escondida bajo tus hombros si no que numerosos estudios demuestran que al adoptar una postura poderosa (erguida, hombros atrás, o bien permanecer un par de minutos antes de la charla, y en privado of course XDDD, con la postura wonderwoman) tu propia mente percibe ese poder y lo manifiesta.

¡¡Todos a familiarizarnos con la postura Wonder Woman!!


¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE EQUIVOCARSE?

Si lo pensamos gran parte de nuestros nervios al hablar en público se deben a un hipotético escenario horrible en el que nos equivocamos y hacemos el ridículo y todo el mundo nos señala.

Entonces hay que hacerse una primera pregunta, ¿dominamos el tema sobre el que vamos a hablar? Porque si es que sí, el miedo es completamente infundado.

¿Y si la respuesta es no? ¿Nos pegamos un tiro? Nooooo. A ver, imaginemos que estamos atendiendo a una conferencia y, de repente, le hacen una pregunta al conferenciante quien, tranquilamente, responde "ahora mismo no tengo clara la respuesta pero déjame que lo investigue y me pondré en contacto contigo para aclarártelo". ¿Qué pensamos de él? No sé vosotros pero a mí me parecería muy bien porque entiendo que no todos podemos saber todo y está bien así, no pasa absolutamente nada por no saberlo todo.

Prefiero mil veces esa reacción, elegante, que el típico que no puede admitir que no sabe algo y que se empieza a meter en el fango hasta que tiene más problemas que el caballo de Atreyu.

Entonces, si pienso eso de otro, ¿por qué a mí no me permito no saberlo todo y me pongo nerviosa ante la amenaza de equivocarme o no saber?

Reflexionando sobre esto la verdad es que reducimos exigencia sobre nosotros mismos y, por tanto, reducimos tensión y estrés al comunicarnos.

HAZTE UN GUIÓN Y ENSAYA.

Quienes me conocen saben que tengo la memoria de Dori y que, si voy sobre la marcha sin hacerme un esquema mental previo, probablemente voy a dejarme olvidadas cosas que quiero decir. Por eso siempre procuro hacerme un pequeño guión de lo que quiero contar, lo memorizo y después lo ensayo cronometrándome. Así, no sólo consigo retener las ideas y contarlas de forma estructurada sino que me permite medir el tiempo y garantizar que me ajusto a la duración que me han dicho.

Todo esto no deja de ser aumentar el control sobre el contenido de la charla y, cuanto más lo controlemos, menos nervios atacarán.

NO ES UNA AMENAZA, ES UNA OPORTUNIDAD.

Ya sabemos que en la vida si quieres dominar algo la única forma de hacerlo es practicarlo. Pues con hablar en público lo mismo. Si vemos la presentación como una oportunidad de poner en práctica estos consejos y de intentar mejorar respecto a la última vez que hablamos en público, automáticamente nuestro cerebro quita atención a los nervios y los pone en aplicar los consejos, en practicar lo aprendido.

De hecho, si hablar en público es vuestro talón de Aquiles, ¡ya estáis tardando en presentaros voluntarios para todas las oportunidades que os surjan de practicar!



Pues bien, estas fueron las ideas que me apunté en el papelito de forma que, al revisarlas, conseguí reducir bastante el nivel de nervios que llevaba. Ojalá os sirva :)

MIS VÍDEOS FAVORITOS.




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